En general, el abanico de situaciones que suelen afrontar los cuidadores, están directamente relacionados con la fatiga, los problemas físicos, la depresión, sentimientos de impotencia y culpa, conllevando desgaste físico y emocional.
Por todo ello, el cuidador ha de vigilar con atención y esmero el mantenimiento del equilibrio necesario para su salud y bienestar ya que cuidar a un anciano supone un sobreesfuerzo en el desarrollo de actividades, y como consecuencia disminución de atención y cierto abandono de las propias necesidades. Problemas de sueño: Dificultad para dormir, con estados de vigilia nocturna. Durante el día, cansancio, con períodos de somnolencia, pesadez y torpeza.
Consumo excesivo de bebidas estimulantes: Cafeínas, alcoholes, medicamentos tranquilizantes y antidepresivos.
Molestias varias gastrointestinales, palpitaciones, etc.
Problemas de concentración y memoria. Disminución de interés por personas y actividades.
Disminución del apetito.
Enfadarse sin motivo, dando importancia a detalles nimios.
Cambios frecuentes de humor y de ánimo.
Cuando se observa un alto porcentaje de las afirmaciones anteriores, sin duda alguna, el cuidador habrá de ponerse en manos de personas expertas, recurriendo a servicios, instituciones o asociaciones, solicitando en un primer momento, ayuda para que a través del voluntariado social, obtenga el tiempo libre necesario para acudir al profesional que ponga en sus manos, las indicaciones adecuadas para la consecución del equilibrio perdido.
Podría solicitar apoyo e información en: "Asociaciones de Voluntariado y Servicios de Acompañamiento". "Asociaciones de Mayores o Familiares". "Asociaciones de Familiares de Enfermos de Alzheimer". "Servicios Sociales de Ayuntamientos". "Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma". "Centros de atención a personas mayores", etc.