Ancianos: pasado y presente
Juan Antares



En las sociedades nómadas primitivas, donde el cazador y guerrero era el alma máter de la tribu, el anciano, a causa de su pérdida de vigor, se convertía tan sólo en "algo", que bajo ciertos ritos, incluso era eliminado o sencillamente abandonado.
Sin embargo al convertirse la tribu en sedentaria, los papeles cambiaban, mutándolo en miembro estimado del clan, con rango incluso de jefe. Recordemos que en Esparta, el "Consejo", estaba formado por 28 hombres con edades superiores a los 60 años.


No hace mucho tiempo, las 3/4 partes de la población, vivían en el campo. El individuo anciano concluía sus días en la casa familiar, no existía crisis de retiro, pues se iba dejando poco a poco el trabajo, unas veces ayudando a los hijos en lo posible, otras cuidando del ganado.
Además era considerado un sabio al que consultaban los problemas difíciles, siendo admirado por sus consejos y sabiduría.
En la actualidad, el problema es muy diferente, prácticamente los 2/3 de la población vive en la ciudad, pues la facilidad de trabajo, género de vida y servicios, aquélla resulta imán.
No obstante el trabajo en colectividad, comporta necesariamente el retiro, esto es, cese de labores cotidianas retributivas que conllevará la pérdida de poder adquisitivo, aburrimiento y reducción del tren de vida.
Todo ello conlleva a sentir hacia el anciano un respeto menos profundo, pues aunque aquél posea experiencia, queda ésta relegada a un plano inferior, debido al empuje de conocimientos que fluyen de las nuevas generaciones. El aislamiento entonces aumenta.
Tales problemas exigen una actitud y comportamiento positivos, así:
Los relativos a la salud, donde geriatras y geropsiquiatras superan con buena disposición la deficiencia de puestos en esta especialidad.
En cuanto a formas de ayuda a domicilio, nos preguntamos que sucederá ante el descarte de "voluntariado social" por las políticas en la prestación del servicio militar, objeción de conciencia, que tan bien respondían ante esas situaciones. El llamado cheque asistencial que en la actualidad comienza a aplicarse, aparece como oportuno remedio según algunos, aunque otros, creen ver la botella medio vacía.

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